Lo que piensen los
demás sobre nosotros no es una cosa que deba preocuparnos.
Esto es asunto de
cada cual. Son libres de pensar lo que quieran, pues cada persona nos percibirá
según su nivel de conciencia, o dicho de forma más coloquial, nos verá según el
color de su cristal.
Lo que sí nos ha de
preocupar, y en esto tenemos que ser muy cuidadosos, es sobre lo que pensemos
nosotros de ellos y de todo en general, ya que nuestros pensamientos crean
nuestra realidad.
También es
conveniente tener presente que lo que pensamos afecta a nuestra psique, y por
consiguiente, al funcionamiento de nuestro organismo.
No es lo mismo tener
pensamientos armoniosos, a tener pensamientos que nos amarguen la existencia.
Éstos últimos, cuando
son persistentes, pueden ser causa de enfermedades. Hay que recordarlo, y
procurar vivir conscientes.
Cuando se vive consciente,
no hay pensamientos. Sólo existe un estado de atención plena que produce
armonía (es lo que ahora está de moda llamar “minfullness”).
En esta estado no hay
cabida para lo bueno ni para lo malo. Las cosas sencillamente son. Carecen de
adjetivos que las distorsionen.
Vivir este estado de
ser es realmente lo importante. Así que no malgastemos nuestro precioso tiempo
en contarnos historias sobre los demás, y mucho menos dejar que las suyas nos
afecten.
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