"Nada descansa, todo se mueve, todo vibra".
Este principio incorpora la verdad de
que “todo está en movimiento, todo vibra, nada permanece en reposo”.
Esto es una realidad que la ciencia actual verifica con cada nuevo
descubrimiento. Esta verdad fue anunciada hace miles de años por los
maestros del antiguo Egipto. Las diferentes manifestaciones de la
materia, la energía, la mente y el espíritu, se mueven en frecuencias de
vibraciones variables, según lo explican los maestros herméticos. Desde
el Todo, que es espíritu puro, hasta la más burda e insignificante
forma de materia, todo es vibración.
Cuánto más alta resulta esta vibración,
más alta es la posición que ocupa en la escala. La vibración del
espíritu es de un rango de intensidad infinito, que prácticamente llega a
confundirse con el reposo. Los maestros lo ejemplifican con una rueda
que girando a gran velocidad parece estar inmóvil. En el otro extremo,
hay formas de materia cuyas vibraciones son de tan baja intensidad, que
también dan la apariencia de estar en reposo. Entre ambos extremos
existen millones de valores diferentes de vibraciones. Es preciso
comprender que desde la partícula subatómica hasta el universo entero,
todo está en modulación vibratoria. Lo mismo sucede en las dimensiones
de la energía y la fuerza, que no son otra cosa que variables
vibratorias; lo mismo en los planos mentales, que dependen de
vibraciones, e inclusive, en los planos espirituales. Del conocimiento
de este principio, con el método y fórmulas apropiadas, los estudiosos
herméticos están en situación de controlar sus propias vibraciones, lo
que equivale a decir, controlar su propia mente y poseer el factor
incidente para actuar sobre las otras mentes. No escapan a las
posibilidades de aplicación de este principio los fenómenos naturales. “Aquellos que entienden el principio llamado de las vibraciones, están próximos a la cima del poder”, se lee en el antiguo libro axiomático
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