Los
deseos nos anuncian lo que en un plano invisible ya está en nosotros
como potencial.
Es
como la semilla que contiene en sí misma el fruto que aún no vemos,
pero cuya información está en su interior a la espera de poderse
desarrollar, si la tierra donde se encuentra es fértil, o no. Es
decir, de nosotros dependerá si queremos aceptar esos deseos que
afloran a nuestra conciencia desde lo más profundo del alma, los cuales
podremos reconocer porque son los más hermosos y sinceros, o bien,
descartarlos porque creamos que son demasiado extraordinarios para
poderlos realizar.
Muchas
veces se descartan deseos porque nos parecen las fantasías de una
mente inquieta y soñadora; que eso tan bonito es para otros, pero no
para nosotros.
Pensar
así es frecuente ya que es la manera en la que nos han educado: a no
creer en nosotros. Nos han dicho que estos son los cuentos de la
lechera; que pongamos los pies en el suelo, y otras cosas más.
Esto
es un error.
Si
un deseo llega a nuestra conciencia es porque estamos conectados a esta
energía o frecuencia vibratoria. Si aceptamos este concepto, podremos deducir que el
deseo o sueño, es totalmente realizable por nosotros, pues sino,
no podríamos desearlo ni imaginarlo.
Lo que ocurre, es que no nos lo creemos porque nos han enseñado a creer que
en la vida se ha de obtener todo con esfuerzo, sudor, y lágrimas.
Voy
a poner un ejemplo de lo que con frecuencia se suele hacer:
“Nos
ha surgido un gran deseo por conocer un país que está en la otra
punta del mundo. Pensamos que nos encantaría conocerlo ya que
consideramos que tiene una cultura fascinante, que nos va a
enriquecer como personas, y que vamos a disfrutar un montón. Pero
cuando miramos la cuenta bancaria, nos deprimimos de tal manera que
hasta nos produce mareos: no nos llega para costearlo.
De
ser así, tenemos a priori dos opciones. Una es abandonar nuestro
sueño en espera de una ocasión mejor, y la otra, es trabajar más
horas para conseguir ese dinero que necesitamos.
Pero
es que hay una tercera opción, y esta es la que no se suele
contemplar, y es la que hay que descubrir y practicar para hacer de
ella un arte, y un estilo de vida.
Esta
tercera opción es vivir creativamente todo aquello que queramos
hacer realidad.
Todo
lo que deseemos, hemos de vivirlo por adelantado en nuestra mente,
puesto que es la única forma de crearlo.
Pensad
que en el universo todo es información. La vida trabaja y crea con
información. Entonces, cuando desees algo, pregúntate: ¿Qué información hay en mí?
¿Vivo la presencia de lo que deseo, o vivo su ausencia?
¿En cuál de los dos lados te ubicas con frecuecia?
Manuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario